Si una congregación sigue las pautas bíblicas acerca de la separación, y además vela por tener líderes personalmente íntegros, puede esperar mantenerse espiritualmente sana. Sin embargo, muchas congregaciones se han enfriado espiritualmente a tal punto que su liderazgo ha perdido la integridad, y que aun entre los líderes hay muchos que no son del Señor. En esos casos no es posible seguir los pasos bíblicos para corregir a alguien que vive en pecado, ni para apartarse de quienes no están dispuestos a arrepentirse. Al contrario, si alguien intenta iniciar tales pasos, es muy probable que él mismo será acusado de «rebelde», de «falto de amor», o de «divisivo». Sobre todo si la persona que vive en pecado es un líder. En tales circunstancias queda una sola solución: Los miembros fieles al Señor tienen que abandonar una tal congregación apóstata. Este puede ser un proceso difícil y doloroso, porque en muchos casos los líderes intentarán impedir su salida. Pero es necesario para la sobrevivencia espiritual de quienes siguen fieles al Señor.
Los falsos profetas y falsos maestros
Jesús ya advirtió a los discípulos, de que iban a venir falsos profetas y falsos Cristos:
«Cuídense de los falsos profetas, quienes vienen a ustedes en vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos asaltantes. Por sus frutos los reconocerán. (…) No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará al reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios, y en tu nombre hemos hecho muchas obras poderosas?’ Y entonces les declararé: ‘Nunca los conocí. ¡Apártense de mí, los que hacen la iniquidad!’ » (Mateo 7:15-16.21-23)
«Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: ‘Yo soy Cristo’, y engañarán a muchos. (…)
Entonces, cuando alguien les diga: ‘Mira, aquí está Cristo’, o ‘allá’, no lo crean. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán grandes señales y milagros, para engañar, si fuera posible, aun a los elegidos.» (Mateo 24:5.23-24)
No pensemos que los falsos profetas y falsos Cristos sean solamente unos sectarios «de afuera». Ellos vienen «vestidos de ovejas», o sea, aparecen como buenos cristianos. De hecho, muchos de ellos son líderes religiosos respetados. ¡Cuántos líderes de iglesias citan versículos bíblicos que hablan del «Ungido de Dios», y los aplican a sí mismos, como si ellos fueran «el Ungido de Dios»! Ahora, la palabra «Ungido» en el griego del Nuevo Testamento es «Cristo». Entonces, esos líderes efectivamente dicen «Yo soy Cristo» – y al mismo tiempo vienen en el nombre de Jesús. O sea, cumplen perfectamente la predicción de Jesús en Mateo 24:5.
Eso debe tomarse en serio. Nadie viene diciendo: «Yo soy Jesucristo que volvió a la tierra»; porque con eso no podría engañar a muchos. Pero cuando alguien viene supuestamente en el nombre de Jesús, y dice: «Dios me ha ungido para ser un gran líder, y ustedes van a ser bendecidos si me siguen» – allí la gente le sigue, y no se dan cuenta de que esa persona efectivamente dijo: «Yo soy Cristo.»
Las cartas de los apóstoles nos advierten además acerca de falsos apóstoles y falsos maestros:
«Porque los tales son falsos apóstoles, trabajadores estafadores, que se disimulan como apóstoles de Cristo. Y no es asombroso; porque el mismo satanás se disimula como un ángel de luz. Entonces no es nada grande si también sus siervos se disimulan como siervos de justicia. (…) Porque soportan si alguien los esclaviza, si alguien los devora, si alguien les quita sus bienes, si alguien se eleva a sí mismo, si alguien los golpea en la cara. » (2 Corintios 11:13-15.20)
«…los falsos hermanos infiltrados, quienes entraron por un costado para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, y para esclavizarnos …» (Gálatas 2:5)
«Quienes quieren impresionarles según la apariencia en la carne, éstos los obligan a circuncidarse, solamente para que no sean perseguidos por causa de la cruz de Cristo. Porque ni los circuncidados mismos guardan la ley, pero quieren que ustedes se hagan circuncidar, para que se jacten por la carne de ustedes.» (Gálatas 6:12-13)
«Pero el Espíritu dice expresamente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe. Seguirán a espíritus engañadores y enseñanzas de demonios, serán fingidores y mentirosos, tendrán marcas de quemaduras en sus propias conciencias. Impedirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos, los que Dios creó para que los consumamos con gratitud, para los creyentes que conocen la verdad.» (1 Timoteo 4:1-3)
Todos estos pasajes describen a líderes autoritarios, legalistas, que quieren someter al pueblo de Dios bajo sus propios caprichos. Como pretexto usan la palabra de Dios, pero su propósito es ganar el control y el poder sobre el pueblo de Dios, para poder manipularlos. Se presentan como iguales o mayores a los apóstoles, y añaden «mandamientos de hombres» o interpretaciones caprichosas a la palabra de Dios, para distinguir a sus propios seguidores de quienes siguen sencillamente y únicamente a Jesús. Los pasajes citados mencionan unos ejemplos específicos de falsas enseñanzas que ya aparecían en aquellos tiempos:
– Que los cristianos deban dejarse esclavizar y explotar por los «grandes líderes».
– Que deban guardar partes específicas de la ley del Antiguo Testamento, como por ejemplo la circuncisión, o las leyes acerca de la alimentación (vea también Romanos 14:3-6, Colosenses 2:16-23).
– Que deban renunciar al matrimonio.
En la actualidad existen miles de falsas enseñanzas de esta clase, «mandamientos de hombres» acerca de la alimentación, la vestimenta, las costumbres de la vida diaría, etc; con el propósito de someter a los cristianos a un líder en particular, o a una corriente particular.
Pero existe otra clase de falsas enseñanzas. Éstas se mencionan en pasajes como los siguientes:
«Porque vendrá un tiempo cuando no soportarán la enseñanza sana, sino que según sus propios deseos se cargarán con maestros para que les hagan cosquillas al oído …» (2 Timoteo 4:3)
«…Porque pronunciando vanidad inflada, seducen con deseos desenfrenados de la carne a quienes habían verdaderamente huido de los que viven en engaño. Les prometen libertad, pero ellos mismos son esclavos de la corrupción.» (2 Pedro 2:1-3.18-19)
Éstos son los que restan seriedad a la palabra de Dios: «No hay que tomarlo tan al pie de la letra.» Permiten toda clase de pecados, porque saben que eso agrada a la multitud. Reciben como «hermano» a cualquiera que sabe servir a Dios «con los labios». No hablan del arrepentimiento, ni de una conciencia limpia. En cambio, hablan de las grandes promesas de Dios que se cumplirán para quienes se juntan con ellos. «¡Ven a Jesús, y tus problemas se solucionarán!» Pero para ellos, «venir a Jesús» no es ningún cambio radical de la vida y de la mentalidad; es solamente repetir unas palabras y hacerse miembro de su organización.
Sus enseñanzas son mayormente propaganda comercial acerca de ellos mismos y su organizacion. Dicen lo que a la gente le gusta escuchar, y omiten las partes menos populares de la palabra de Dios. Una buena parte de ellos son influenciados por la Alta Crítica , y no creen realmente que la Biblia sea la verdad de Dios.
Algunos de estos maestros hablan mucho de «tolerancia». «No hay que juzgar; hay que ser tolerantes.» Así que en sus congregaciones se permite todo – menos una cosa: llamar pecado al pecado. Si alguien se atreve a confrontar el pecado, con base bíblica, los «tolerantes» lo perseguirán sin misericordia.
Ambas formas de falsas enseñanzas, las autoritarias y las «tolerantes», son igualmente mortales para la vida espiritual de una congregación. E incluso se dan casos de falsos maestros que saben mezclar ambas corrientes, el autoritarismo y el libertinaje: Hay libertad para todos quienes siguen sus falsas enseñanzas, pero mano dura contra todos quienes lo cuestionan o lo confrontan.
Los que quieren arrastrar tras sí a los discípulos
El apóstol Pablo, al despedirse de la iglesia de Efeso, dio esta advertencia:
«Y de ustedes mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.» (Hechos 20:30)
Aquí tenemos, en pocas palabras, la descripción de un pastor falso. «Habla cosas perversas» (no de acuerdo a la verdad Bíblica), para «arrastrar tras sí a los discípulos». Esta es la motivación principal de la mayoría de los falsos líderes.
Un líder espiritual verdadero siempre llevará a sus hermanos a depender del Señor, no de él mismo. Así describe Pablo su propio ministerio: «…y como nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, … acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuetro Señor Jesucristo. … Porque no he rehuido anunciarlos todo el consejo de Dios.» (Hechos 20:20-21.27). Pablo nunca intentó formar «discípulos de Pablo», sino discípulos de Jesucristo. Eso es lo que él encomendó también a los ancianos de Efeso: «Estén atentos a ustedes mismos, y a todo el rebañito entre el cual el Espíritu Santo les puso como cuidadores, para pastorear la iglesia del Señor, la que adquirió por su propia sangre.» (v.28) – Pablo les hace recordar muy claramente que no es «su iglesia», sino «la iglesia del Señor»; no «su rebaño», sino «el rebaño en que el Espíritu Santo les ha puesto».
Algunos «pastores» acusan a otros «pastores» de «robarles sus ovejas», cuando unos miembros deciden cambiarse de una congregación a otra. Esta acusación no tiene fundamento, porque los miembros nunca fueron propiedad del primer «pastor». Siempre fueron las «ovejas» del Señor Jesús, y de nadie más. Nadie puede robarte lo que no es tu propiedad.
Pero los líderes falsos quieren levantar «su» iglesia, y ganar discípulos propios, quienes les siguen a ellos. Cuando esto sucede, allí sí tenemos derecho de decir que alguien está «robando ovejas». Donde alguien dice: «Congréguense conmigo, vengan bajo mi ‘cobertura’, aquí van a estar mejor» – aquí sí, este líder está robando ovejas. Y no importa si las jala de otras congregaciones o si «evangeliza» a incrédulos con este mensaje: Está robando las ovejas del Señor, porque las está «arrastrando tras sí», en vez de dejar que sigan al Buen Pastor.
Es interesante ver la reacción de Pablo, en una situación donde sucedió exactamente esto. La iglesia de Corinto había empezado a seguir a ciertos «súper-apóstoles» que se creían más que Pablo, y llevaban a los cristianos «tras sí».
Pablo habla con palabras muy fuertes contra estos falsos líderes: los llama «falsos apóstoles, obreros fraudulentos, ministros de satanás» (2 Cor.11:13-15). Pero en ningún lugar exige que los corintios se sujeten a él, Pablo. En ningún momento se queja de que alguien había robado «sus ovejas». Al contrario, Pablo les hace ver que esta es exactamente la diferencia entre el ministerio verdadero (de Pablo) y el ministerio falso (de los «grandes apóstoles»):
– Los falsos apóstoles «se comparan consigo mismos» (10:12), o sea, enfatizan su propia autoridad. – Pablo se compara con «la regla que Dios nos ha dado» (10:13).
– El falso apóstol «les esclaviza, les devora, les quita sus bienes, se enaltece, les da bofetadas» (11:20). – Los apóstoles verdaderos «no se enseñorean de la fe de ustedes, sino que colaboramos para su gozo» (1:24).
– Lo único que le importa a Pablo, es que los corintios tengan la relación correcta con Dios: «Pero oro a Dios que ustedes no hagan nada malo; no para que nosotros parezcamos aprobados, pero para que ustedes hagan lo bueno, y nosotros estemos como desaprobados. Porque no podemos nada contra la verdad, sino a favor de la verdad. Porque nos alegramos cuando nosotros estamos débiles, y ustedes están poderosos. Y esto oramos, que se arreglen [perfectamente sus vidas].» (13:7-9)
De esta manera, Pablo espera que los corintios por sí mismos, con la ayuda del Espíritu Santo, lleguen a discernir entre la verdad y la falsificación. Él no tiene ningún interés en que los corintios le sigan a él; pero que sigan a Jesucristo. Es que Pablo no es un líder que «arrastra a los discípulos tras sí».
Por eso, Pablo tampoco se queja de que los corintios le hayan desobedecido a él. Eso no es ningún asunto para él. Lo único que le preocupa, es que los corintios se hayan alejado del Señor. «Porque tengo ambición por ustedes con ambición de Dios, porque les comprometí con un solo hombre/esposo, para presentar una virgen pura a Cristo. Pero temo que quizás como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así los pensamientos de ustedes hayan sido corrompidos, [y se hayan apartado] de la sencillez y la pureza hacia Cristo.» (11:2-3)
De manera más clara no se puede expresar que los corintios no son «propiedad» de Pablo. Son propiedad de Cristo. Su error fue que se sometieron a unos líderes autoritarios, quienes no respetaban la propiedad de Cristo. Esos líderes empezaron a reclamar a los corintios como propiedad suya. Por eso, Pablo tuvo que confrontarlos con palabras tan duras.
Tenemos que preguntarnos en este punto, si quizás muchos líderes religiosos hoy son también de la clase que «arrastra a los discípulos tras sí». El «evangelio» de muchas iglesias se puede resumir así: «Hazte miembro de nuestra iglesia, obedece al pastor, y serás salvo.» Muchos líderes desean en primer lugar convertir a la gente en evangélicos, bautistas, pentecostales, etc. – en «miembros de mi iglesia» – en vez de discípulos de Jesucristo. ¡Eso también es «robar las ovejas del Señor»!
Esos líderes dirán que «por medio de mi iglesia, la gente aprende a seguir a Jesucristo». Pero eso es poner el carro delante del caballo. Jesús es la Puerta al redil; o sea, a través de Jesús llegamos a la iglesia, ¡y no al revés! El líder que dice lo contrario, se pone a sí mismo como «puerta» delante del redil, y ocupa el lugar que corresponde sólo a Jesucristo. Esta es doctrina católica romana (donde el creyente puede acercarse a Dios sólo a través del sacerdote), pero no es cristianismo bíblico.
«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre» (1 Tim.2:5).
Repito una vez más: Las falsas enseñanzas y prácticas mencionadas en este capítulo no se originan en sectas marginales. Se originan mayormente con líderes «respetados» en denominaciones grandes. Un «pastor» no es capaz de protegerte contra falsas enseñanzas.
Es Dios quien protege a los suyos. Pero cada verdadero cristiano tiene que conocer su Biblia. Debe atreverse a ejercer su discernimiento – aun y especialmente hacia sus propios líderes. Y debe saber cuándo es tiempo de irse.
Las ovejas que idolatran al líder
La otra cara de la moneda es esta: muchos miembros de organizaciones religiosas quieren «pertenecer» a un líder humano. No están contentos con tener a un Buen Pastor invisible; quieren tener también un «pastor» visible. El apóstol Pablo dice que esa es una actitud carnal (1 Cor.3:4-6).
Esas «ovejas» esperan que su iglesia les dé bendición, valor, conocimiento de la Palabra de Dios, dirección personal para su vida, un sentido de «pertenecer», y una multitud de otras cosas. Eso es idolatría, porque están esperando de la iglesia lo que solo Dios mismo puede dar.
De vez en cuando, Dios permite que ese ídolo se caiga: Un consejo del «pastor» conduce a un desastre personal. O se descubre un pecado grave de un líder. O la iglesia se vuelve en contra de una «oveja» fiel. Etcétera … y entonces para esas ovejas idólatras, todo su mundo se viene abajo. Es que pusieron su confianza en algo que no es Dios. Dios quiere enseñarles, a través de estas situaciones, que pongan su confianza sólo en Dios y no en humanos. Que aprendan a obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29).
Si no aprenden eso, entonces se buscarán un nuevo «ídolo»: irán a otra iglesia, y esperarán de ella lo mismo como de la primera iglesia … hasta que ese nuevo ídolo se caiga también; y así irán de iglesia en iglesia.
Algunos miembros de organizaciones religiosas tienen que arrepentirse seriamente de su idolatria hacia lo que ellos llaman «mi iglesia» o «mi pastor». Esos ídolos desplazaron al Señor Jesús de su lugar central. Es necesario devolverle a Él el lugar que le corresponde.
Y todo líder en la iglesia del Señor debe cuidarse para no convertirse en un objeto de idolatría. Es un gran privilegio, poder aconsejar a unos hermanos, poder orar por ellos, poder explicarles un pasaje de la Biblia … Dios no dice nada en contra de eso. Pero en todo eso es necesario, enfatizar siempre que solamente Dios es la fuente de toda bendición, de todo consejo, de toda sabiduría y entendimiento. Y dirigir a los hermanos hacia esa fuente inagotable, para que ellos mismos busquen al Señor, por cuenta propia, y no se hagan dependientes de un líder.