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La casa de Dios en el Nuevo Testamento

18/01/2020

Hemos visto en una reflexión anterior que el templo del Antiguo Testamento fue «señal y sombra» de realidades celestiales. ¿Podemos saber en qué consisten estas realidades celestiales? – No mucho; pero el libro de Apocalipsis nos da por lo menos algunas pautas.

En primer lugar notamos que el «templo de Dios» en el cielo no se asocia en ninguna parte con algún edificio físico. Incluso dice explícitamente acerca de la Nueva Jerusalén, el destino eterno del pueblo de Dios: «Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es su templo, y el Cordero.» (Apocalipsis 21:22)
En lugar de un edificio, ¿qué encontramos alrededor del trono de Dios?
«…y el arco iris alrededor del trono, semejante a la apariencia de esmeralda.» (Apoc.4:3)
«Y alrededor del trono había veinticuatro tronos, y sobre los tronos veinticuatro ancianos sentados …» (Apoc. 4:4)
«Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y en medio del trono y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás.» (Apoc.4:6)
«… cada uno tenía un arpa, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos …» (Apoc. 5:8)
«Y miré, y oí una voz de muchos ángeles alrededor del trono …» (Apoc. 5:11)
«Después de esto miré, y mira, una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, parados delante del trono y delante del Cordero, vestidos de ropas blancas …» (Apoc. 7:9)
«Por eso están delante del trono de Dios y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono habita [como en una carpa] sobre ellos.» (Apoc.7:15)
«Y una voz salió del trono, diciendo: ‘¡Alaben a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le temen, los pequeños y los grandes!’ Y oí como la voz de una gran multitud, y como la voz de muchas aguas, y como la voz de fuertes truenos, diciendo: ‘¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!’ » (Apoc.19:5-6)

Aparte del arco iris y del mar de vidrio, todo lo que se describe alrededor del trono de Dios son seres vivos: los veinticuatro ancianos, los cuatro «seres vivientes», los ángeles, y la multitud de los redimidos de todas las naciones. Parece entonces que el santuario celestial consiste primeramente en los seres vivos que obedecen a Dios, le alaban y le adoran. Todos los pasajes en Apocalipsis que describen el entorno del trono de Dios, son llenos de alabanza y adoración.

A los que estamos acostumbrados a imaginarnos un «templo» como un edificio de piedras, nos puede parecer extraño que esta palabra describa a una multitud de personas. Y sin embargo, es eso mismo lo que encontramos también en las cartas apostólicas. Veamos:

«¿No saben ustedes que son el templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguien destruye el templo de Dios, Dios destruirá a éste; porque el templo de Dios es santo, el cual son ustedes.» (1 Corintios 3:16-17)

«Huyan de la fornicación. Todo acto pecaminoso que cometa el hombre, está afuera del cuerpo. Pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo. ¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo en ustedes, el cual tienen de Dios; y que ustedes no pertenecen a ustedes mismos? Porque Dios les compró por un precio. Por tanto, hagan que Dios reciba la gloria por lo que hacen con vuestro cuerpo y con vuestro espíritu, los cuales pertenecen a Dios.» (1 Corintios 6:18-20)

«… y ¿cómo puede conocordar el templo de Dios con los ídolos? Porque ustedes son templo del Dios viviente, según lo que dice Dios: ‘Habitaré en medio de ellos y caminaré en medio de ellos, y seré Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo.’ Por eso, ‘Salgan de en medio de ellos, y sepárense, dice el Señor’, y ‘no cojan lo impuro; y yo les recibiré [adentro]’ » (2 Corintios 6:16-17)

En estos pasajes en las cartas a los corintios, Pablo declara tres veces en distintos contextos que los cristianos como personas son el templo de Dios, o el templo del Espíritu Santo. Vemos diferentes matices en estos pasajes, según el contexto:

– En 1 Corintios 3, el énfasis está en mantener la unidad entre hermanos, edificando sobre el único fundamento que es Jesucristo, y no sobre el fundamento de líderes humanos. El que «destruye el templo de Dios», sería entonces alguien que se aparta del fundamento que es Jesucristo, y «edifica» sobre un líder o una enseñanza en particular, causando así divisiones entre hermanos.
Este pasaje tiene una paralela en la primera carta de Pedro:
«Acercándose a él, piedra viviente, aunque desechada por los hombres, pero ante Dios escogida y muy estimada, ustedes mismos también, como piedras vivientes sean edificados como una casa [un hogar] espiritual, para ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales muy bienvenidos a Dios por medio de Jesús el Cristo.» (1 Pedro 2:4-5)
Aquí tenemos la misma imagen: Jesucristo como «piedra viviente» es el fundamento, sobre el cual son edificados Sus seguidores, también «piedras vivientes», para formar juntos una única «casa espiritual». La palabra para «casa» aquí es oikos, que significa también «hogar» o «familia». Hay entonces una conexión entre la descripción del pueblo de Dios como «casa» o «templo», y su descripción como «familia de Dios».
En este mismo pasaje encontramos también la expresión «sacerdocio». O sea, en el orden del Nuevo Testamento ya no existe ninguna distinción entre «templo» y «sacerdotes»: Los cristianos en conjunto son el sacerdocio, y los cristianos en conjunto son también el templo.

– En 1 Corintios 6 encontramos un énfasis distinto: El cuerpo de cada cristiano es «templo del Espíritu Santo», porque el Espíritu Santo habita en él. Entonces debemos usar nuestro cuerpo para fines que glorifican a Dios. (Este pasaje es una excepción entre los que estudiamos aquí: Los otros pasajes describen a todos los cristianos en conjunto como el (único) templo de Dios.)

– En 2 Corintios 6 tenemos un contexto similar a 1 Corintios 3: Todos los cristianos juntos son el templo de Dios, apartados para Dios. Pero mientras que en 1 Cor.3 el énfasis estaba en mantener la unidad entre sí, tenemos aquí el énfasis en mantenerse apartados para Dios y no unirse bajo un mismo «yugo» con los incrédulos (v.14).

«Ahora ustedes ya no son extranjeros y migrantes, sino que son conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo su piedra del ángulo Cristo Jesús, en quien toda edificación armonizando juntos crece a un templo santo en el Señor, en quien también ustedes son edificados juntos en una habitación de Dios en el Espíritu.» (Efesios 2:19-22)

Aquí tenemos como en 1 Pedro la identidad de «templo» con «familia de Dios».

«… para que sepas cómo hay que comportarse en el hogar de Dios, que es la asamblea del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.» (1 Timoteo 3:15)

Este es otro pasaje que describe a la iglesia como «casa» o «familia» (hogar) de Dios. Las palabras «columna» y «fundamento» hacen pensar en una «casa» como edificio; pero la palabra «asamblea» aclara que aquí también Pablo no está pensando en algún edificio material, sino en la reunión de los cristianos, la iglesia en el sentido del Nuevo Testamento. Pablo no está hablando de unas reglas de conducta que aplicarían en un edificio particular con un letrero «Iglesia». Tal idea nunca se le hubiera ocurrido al apóstol, porque tales edificios no existían en su tiempo. Mas bien, él está instruyendo a Timoteo cómo comportarse hacia sus hermanos en la fe como sus «parientes espirituales» (vea 1 Timoteo 5:1-2), sin importar dónde se encontraban.

Vemos entonces que el original o modelo celestial del santuario de Dios produjo dos «sombras» o manifestaciones terrenales muy distintas: Bajo el orden del Antiguo Pacto, su imagen fue un edificio de piedras, en un lugar específico de la tierra, y un sacerdocio de personas especiales elegidas de entre los demás. Pero bajo el orden del Nuevo Pacto, la imagen del santuario de Dios en la tierra es el pueblo de Dios, el conjunto de todos quienes fueron redimidos por la sangre de Cristo y nacieron de nuevo por el Espíritu Santo. La comunión mutua de los cristianos verdaderos es la «casa» donde Dios desea vivir y manifestar Su presencia hoy en día en la tierra. Sería entonces muy equivocado, atribuir hoy en día algún significado espiritual a algún edificio construido por hombres; y sería aun más equivocado, llamar «templo» a un tal edificio. El Altísimo no vive en templos hechos por manos humanas (Hechos 7:47, 17:24). Pero Él quiere habitar y manifestarse en medio de la reunión de Su pueblo.