Por Richard Wurmbrand
Traducido con el permiso de Mihai Wurmbrand, el heredero y actual propietario de los derechos del autor.
El pastor Richard Wurmbrand sufrió 14 años en las cárceles comunistas de Rumania. También su esposa estuvo encarcelada por casi tres años en algunas de las mismas cárceles comunistas, por causa de su fe cristiana. Ellos dedicaron sus vidas y sus escritos a la ayuda para cristianos que fueron encarcelados por su fe cristiana. Su único hijo, Michael Wurmbrand, continúa su obra misionera. Para más información puede escribir a Help for Refugees, PO Box 5161, Torrance, Ca.90510, USA, o puede leer en internet: https://helpforrefugees.com (en inglés).
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Vencer la soledad
Uno de los mayores problemas de un luchador subterráneo es saber cómo llenar su soledad. Yo todavía tuve suerte. Conocí a un prisionero que estaba en confinamiento solitario durante diecisiete años. No teníamos ningún libro. No solamente estábamos sin Biblia; no teníamos ningún libro en absoluto, ningún pedazo de papel, ningún lápiz. Nunca escuchábamos ningún sonido. No había absolutamente nada para distraernos. Se podía mirar las paredes, y eso era todo.
Normalmente, bajo esas circunstancias, uno se vuelve loco. Lea libros buenos acerca de la vida en la cárcel, para entender el ambiente de la cárcel, hasta donde un hombre libre puede entenderlo. Usted verá la influencia enloquecedora que es eso, de estar a solas durante años, sin nada para distraer la mente. Le puedo contar desde mi propia experiencia cómo me salvé de volverme loco. Pero eso también requiere una preparación anticipada, mediante una vida de ejercicios espirituales. ¿Cuánto tiempo puede usted estar a solas, sin la Biblia? ¿Cuánto tiempo a solas aguanta usted sin una radio, un televisor, etc.?
Yo y muchos otros prisioneros lo hacíamos así: Nunca dormíamos de noche. Dormíamos durante el día. Toda la noche estábamos despiertos. Usted sabe que en un Salmo dice: «Bendigan al Señor, … quienes están parados de noche en la casa del Señor.» Una oración de noche vale como diez oraciones durante el día.
Todos los grandes pecados y crímenes se cometen durante la noche. Los grandes asaltos, la borrachera, las orgias, el adulterio – esa entera vida pecaminosa es una vida de la noche. Durante el día, todo el mundo tiene que trabajar, en una fábrica, una escuela, o donde sea. Las fuerzas demoniacas son fuerzas de la noche. Por eso es tan importante oponerse a ellas durante la noche. Las vigilias son muy importantes. En el mundo libre, las vigilias son poco conocidas. En mi país teníamos vigilias aun antes de la toma de poder comunista. Mi hijo Mihai, a la edad de tres o cuatro años ya conocía las vigilias. Pasábamos toda la noche en oración. Mientras orábamos, unos niños pequeños de tres y cuatro años también oraban un poco; después empezaban a patearse unos a otros; les llamábamos la atención; después ellos oraban otro poco, y después se dormían debajo de unas mesas. Así crecían ellos con las vigilias.
En el confinamiento solitario nos despertábamos cuando los otros prisioneros iban a dormir. (Estoy hablando de mí mismo, y también de las experiencias de otros prisioneros.) Llenábamos nuestro tiempo con un programa tan cargado que no podíamos cumplirlo. Comenzábamos con oración – una oración en la cual viajábamos por el mundo entero. Orábamos por cada país donde conocíamos los nombres de unas ciudades, de unas personas, y orábamos por predicadores grandes. Nos tomaba una hora o dos hasta regresar. Orábamos por los pilotos y por los marineros en alta mar; y por los encarcelados. La Biblia nos habla de una de las grandes alegrías que podemos tener incluso en una cárcel comunista: «Alégrense con los alegres.» Yo me alegraba porque en algún lugar existían familias que estaban reunidas con sus niños, leían la Biblia juntos, y se contaban chistes, y estaban alegres juntos. En algún lugar hay un joven que está enamorado de una joven y tiene una cita con ella; puedo alegrarme con ellos. En algún lugar hay una reunión de oración; en otro lugar alguien está estudiando; y alguien está disfrutando de una buena comida. Nos alegrábamos con los alegres.
Después de viajar por el mundo entero, yo leía la Biblia en mi memoria. Memorizar la Biblia es muy importante para un trabajador subterráneo.
Solamente para que podamos también reírnos un poco, le contaré una cosa que sucedió. Una vez mientras que yo estaba echado sobre las pocas tablas de madera que eran mi cama, yo leía en mi memoria el Sermón del Monte según Lucas. Llegué a la parte donde dice: «…cuando les ultrajen y desechen vuestro nombre como algo malo por causa del Hijo del hombre, alégrense en aquel día y brinquen …» – Usted recordará que está escrito así. Dije a mí mismo: «¿Cómo pude cometer un tal pecado de omisión? Cristo dijo que hagamos dos cosas. Una es, alegrarnos; eso lo he hecho. La segunda es brincar de alegría; eso no lo hice.» – Así que brinqué. Me levanté de mi cama y comencé a brincar.
Las puertas de las celdas en la cárcel tienen un hueco por donde los guardianes pueden mirar adentro. Por casualidad, un guardián estaba mirando justo cuando yo brincaba. Él pensaba que yo me había vuelto loco. Ellos tenían una orden de tratar bien a los locos, para que sus gritos y golpes contra la pared no interrumpiesen el orden de la cárcel. El guardián entró inmediatamente, me calmó y dijo: «Todo estará bien, no te preocupes, pronto te pondrán en libertad, solamente cálmate. Te traeré algo.» – Me trajo un pan grande. Nuestra porción era una única tajada para toda una semana; y ahora yo tenía un pan entero, ¡y queso! Era blanco. Nunca coma queso así no más. Primero admire su color blanco. Es hermoso de ver. Me trajo también azúcar. Me dijo otra vez unas palabras amables, después cerró la puerta y se fue.
Dije a mí mismo: «Comeré estas cosas después de terminar mi capítulo del Evangelio según Lucas.» Volví a echarme e intenté recordar dónde me había quedado. «Sí: alégrense en aquel día y brinquen, porque miren, vuestra recompensa es grande …» Miré el pan y el queso. Realmente, la recompensa era grande.
Después meditábamos acerca de la Biblia. Cada noche compuse una prédica, comenzando con: «Queridos hermanos y hermanas», y terminando con «Amén». Después de componerla, la expuse. Después la vertí en rimas muy cortas, para poder recordarla mejor. Mis libros «Sermones en el confinamiento solitario» y «Si las paredes de las cárceles pudieran hablar», contienen algunas de esas prédicas. He memorizado trescientas cincuenta de ellas. Cuando salí de la cárcel, puse algunas de ellas por escrito. No puedo encontrar una editorial que publicaría trescientas cincuenta prédicas; pero algo como cincuenta de ellas fueron publicadas en los dos libros.
Hablé esas prédicas solamente a Dios y a los ángeles. Los ángeles tienen alas, y llevan los pensamientos a otras personas. Ahora estas prédicas se han publicado en muchos idiomas.
Así fue como ocupábamos nuestro tiempo. Yo componía libros y poemas. Pensé en mi esposa y mis hijos. Cada noche me conté unos chistes a mí mismo, pero siempre chistes nuevos que yo no conocía antes, para poder reírme. Uno de ellos fue:
Una mujer dice a su esposo: «Pedro, ¿qué haré? Me senté sobre mi dentadura postiza, y se rompió.» – El esposo dice: «Alégrate. Imagínate cómo hubiera sido si te hubieras sentada sobre tus dientes naturales.» – Así yo veía el lado positivo de las cosas.
De las migajas del pan hice unas piezas de ajedrez. Unas blanqueé con un poco de yeso; las otras se quedaban grises. Jugué ajedrez contra mí mismo. Aun los mayores maestros del ajedrez pierden algunos partidos. Yo, en los enteros tres años nunca perdí un partido. Siempre gané, sea con las blancas o con las grises.
Le he contado todas estas cosas porque son parte de los secretos del trabajador subterráneo cuando sufre. Nunca permita que su mente se desespere, porque entonces los comunistas le tienen en sus manos. Su mente debe ejercitarse constantemente. Debe estar alerta y pensar. Cada uno según sus capacidades, debe componer cosas diferentes, etc.
Identidad verdadera
La iglesia subterránea no es nada nuevo. Después de trabajar tantos años en la iglesia subterránea, leí el Nuevo Testamento con ojos nuevos. Leí en los Hechos de los Apóstoles unos ejemplos de «aliases», donde los apóstoles y discípulos llevaban otros nombres que antes, y hay muchos ejemplos de eso en el entero Nuevo Testamento. Apocalipsis 2:17 es un ejemplo sublime.
BERNABÉ: «y a JOSÉ le dieron el sobrenombre de Bernabé (hijo de consolación) …» (Hechos 4:36)
JUSTO: «y JESÚS, quien es llamado Justo …» (Colosenses 4:11)
NIGER: «y SIMEÓN, que fue llamado Niger» (Hechos 13:1)
BARSABÁS / JUSTO: «Y señalaron a dos: a JOSÉ, llamado Barsabás, con el sobrenombre Justo …» (Hechos 1:23)
BARSABÁS: «enviaron … a JUDAS que tenía por sobrenombre Barsabás …» (Hechos 15:22)
¿Por qué Jacobo y Juan debían llamarse «hijos del trueno», y por qué debía Simón llamarse «Pedro»? Yo nunca escuché una explicación de eso. Encontramos tantos nombres cambiados en el Nuevo Testamento. Pero eso es exactamente lo que sucede en la iglesia subterránea. Yo tenía muchos nombres. Cuando yo llegaba a una ciudad o a un pueblo, ellos nunca decían que Richard Wurmbrand había llegado. En una ciudad decían Vasile, en otra ciudad fue Georghescu, en otra, Rubén, etc. Cuando me arrestaron, yo era Richard Wurmbrand, alias fulano.
Yo creo en la inspiración literal de la Biblia. ¿Por qué contiene palabras aparentemente «inútiles»? Está escrito en Lucas: «Jesús oró en cierto lugar.» Nadie ve sentido en esas palabras. No es posible orar de otra manera que «en cierto lugar». Uno tiene que estar en algún lugar cuando ora. ¿Por qué entonces esas palabras «en cierto lugar»?
– Está escrito: «Él llegó a una ciudad.» Cualquier ciudad es «una ciudad». Cuando decimos «a una ciudad», no hemos dicho nada. Este es exactamente el lenguaje de la iglesia subterránea. Cuando yo regresaba de un viaje, yo solía decir a mi esposa: «Estuve en una ciudad en cierto lugar, donde me encontré con un hermano. Decidimos que a una hora determinada nos reuniríamos en cierta casa.»
Jesús deseaba cenar con Sus discípulos, Lucas 22:7-13. Nuevamente, el lenguaje de la iglesia subterránea. Lo normal hubiera sido decir: «Vayan a la calle tal, número tal, pregunten por fulano y preparen allí la cena.» – En lugar de eso, Él dijo: «Cuando hayan entrado a la ciudad, les vendrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganle hasta la casa donde entra.» – En aquel tiempo era inusual que un hombre llevara un cántaro de agua. Normalmente eran las mujeres quienes iban al pozo a traer agua.
Esta es exactamente la manera como lo hacemos cuando tenemos una reunión de oración. No damos ninguna dirección, porque no sabemos quién es un informante. Decimos: «Párate en la esquina de tal calle», o: «Siéntate en tal parque», «y verás pasar a un hombre con una corbata azul» (o alguna otra señal). «Síguele.» – Si uno pregunta al otro: «¿Cómo te llamas?», sabemos que es un informante de la policía secreta.
La iglesia subterránea ya existía en los tiempos del Nuevo Testamento. Hay gente que nos critican, diciendo que lo que hacemos es ilegal ante Dios, y que una iglesia no debería trabajar de manera subterránea. Dicen que debemos obedecer a las autoridades. El Consejo Mundial de Iglesias nos acusa de esa manera; pero ellos dan dinero a guerrilleros que no obedecen las autoridades.
En la Biblia está escrito lo que es una autoridad: un gobernante que castiga lo malo y recompensa lo bueno. (Romanos 13:3-4, 1 Pedro 2:14.) Una autoridad que prohíbe la palabra de Dios, se coloca a sí misma fuera de cualquier esfera humana. Ningún versículo bíblico se aplica a ella. Toda autoridad tiene sus leyes, y tiene sus injusticias y abusos, porque ningún gobierno es compuesto por santos. Es compuesto por pecadores. Toda autoridad hace cosas correctas y cosas equivocadas. Lo esencial es que no deben impedir a una oruga convertirse en una mariposa. No deben impedir que el botón de una flor se abra. No deben impedir que un pecador se convierta en un santo. Mientras que me permiten eso, yo no exijo de ellos que sean santos venidos del cielo. Espero de ellos que hagan unas cosas buenas, y que a veces tienen leyes muy equivocadas, pero que las cambien después de dos o tres años. Los respetaré como autoridades. Pero si ellos me quitan el sentido mismo de mi vida, que consiste en prepararme para una existencia más hermosa en el cielo, entonces no siento ninguna obligación hacia una tal autoridad. Por eso, nuestra misión continúa su trabajo subterráneo para ayudar a esa iglesia subterránea en los países comunistas.
Le he dado solamente una pequeña impresión de los problemas con los que lucha la iglesia subterránea, para que usted pueda imaginarse cómo es su realidad.
(Fin)
El pastor Richard Wurmbrand sufrió 14 años en las cárceles comunistas de Rumania. También su esposa estuvo encarcelada por casi tres años en algunas de las mismas cárceles comunistas, por causa de su fe cristiana. Ellos dedicaron sus vidas y sus escritos a la ayuda para cristianos que fueron encarcelados por su fe cristiana. Su único hijo, Michael Wurmbrand, continúa su obra misionera. Para más información puede escribir a Help for Refugees, PO Box 5161, Torrance, Ca.90510, USA, o puede leer en internet: https://helpforrefugees.com (en inglés).