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El sacerdocio del Nuevo Testamento

26/12/2019

La carta a los Hebreos habla extensamente del «cambio de sacerdocio» (7:12) que sucedió con la venida de Jesucristo y la institución del Nuevo Pacto. La enseñanza de Hebreos se centra en que Jesús es el perfecto sumo sacerdote del Nuevo Testamento, quien ofreció una vez por todas el sacrificio perfecto por el pecado, Su propia sangre (Hebr.4:14, 7:22-28, 9:11-15. 24-26).
Como afirma 1 Timoteo 2:5, Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres: «Porque Dios es uno solo, y uno solo es mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús. …»

El sacerdocio de Jesús es especial, porque Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. Por ser Dios, su sacerdocio es perfecto y eterno. «Por eso puede también salvar completamente a los que se acercan por medio de él a Dios, porque vive siempre para suplicar por ellos.» (Hebr.7:25) Él puede incluso «limpiar nuestras conciencias de obras muertas», algo que no fue posible bajo el Antiguo Testamento. El sacerdocio de Jesús garantiza una salvación completa, perfecta y eterna; una justificación eficaz y no solamente «jurídica», para aquellos que se encomiendan a Su sacerdocio.
Al mismo tiempo, por ser hombre, Jesús puede comprendernos en nuestra humanidad y debilidad. «Por eso debía en todo ser hecho semejante a los hermanos, para ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en la relación con Dios, para reconciliar los pecados del pueblo. Porque él ha sufrido siendo probado/tentado, y por eso puede socorrer a los que están siendo probados/tentados.» (Hebr.2:17-18) «Porque no tenemos un sumo sacerdote que no podría compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue probado/tentado según todo de manera similar a nosotros, pero sin pecado. Acerquémonos entonces con franqueza al trono de la gracia, para que recibamos misericordia y encontremos gracia [de Dios] para socorro oportuno.» (Hebr.4:15-16)

Todo cristiano nacido de nuevo recibe los beneficios de este sacerdocio perfecto de Jesucristo. Pero esto significa también que un cristiano verdadero no puede estar bajo ningún otro sacerdocio. Quien permite que «sacerdotes», «pastores», «líderes» de alguna institución eclesiástica sean sus mediadores ante Dios, o quien pone su confianza en los ritos religiosos administrados por una tal persona «sacerdotal», resta importancia al sacerdocio perfecto de Jesús, y en última consecuencia comete idolatría. Un cristiano verdadero según el Nuevo Testamento tiene acceso directo a Dios, por medio de Jesucristo:
«Acerquémonos entonces con franqueza al trono de la gracia …» (Hebr.4:16) «Entonces, hermanos, ya que tenemos franqueza para entrar al santuario por la sangre de Jesús, la cual nos consagró como un camino novedoso y viviente a través de la cortina, esto es su carne, y [tenemos] un gran sacerdote sobre el hogar de Dios, acerquémonos con corazón verdadero en plena confianza, los corazones rociados [para limpiarnos] de conciencia maligna, y el cuerpo lavado con agua limpia.» (Hebr.10:19-22)

Inmediatamente después de la última cita encontramos estos versículos que tan a menudo han sido abusados por los líderes de congregaciones institucionales: «Retengamos la confesión de la esperanza inmutablemente, porque fiel es el que prometió; y estemos atentos unos a otros para estimularnos al amor y a buenas obras, no abandonando la reunión de nosotros mismos, según una costumbre de algunos, sino animándonos, y tanto más cuanto ven acercándose el día.» (Hebr.10:23-25)
– O sea, la exhortación de «no abandonar la reunión de nosotros mismos» no está en un contexto de «sujetarse a una institución eclesiástica», ni de «participar en eventos donde un hombre especial de Dios nos ayuda a acercarnos a Él». Estas son ideas que se remontan al sacerdocio católico romano y su continuación en las iglesias evangélicas, donde un «sacerdote» o «pastor» se interpone entre el pueblo y Dios, como si viviéramos todavía bajo el Antiguo Testamento. Pero al contrario, Hebreos 10:25 se encuentra en un contexto que enfatiza el acceso directo a Dios para todo cristiano, mediante el sacerdocio perfecto de Jesucristo. Entonces, la reunión de los cristianos no es una reunión bajo algún sacerdocio (excepto el sacerdocio de Jesús mismo); es una reunión de personas libres que todas gozan del mismo acceso directo al trono de Dios. Por eso dice que nos estimulemos y estemos atentos «unos a otros«, mutuamente; porque ante el trono de Dios, cada cristiano puede recibir también palabras de ánimo o de enseñanza para sus hermanos.

¿En qué sentido llama el Nuevo Testamento «sacerdotes» a los cristianos?

Existen unos pocos pasajes (exactamente cinco) donde la palabra «sacerdote» o «sacerdocio» se refiere a cristianos:

«… ustedes mismos también, como piedras vivientes sean edificados como un hogar espiritual, para ser un sacerdocio santo … Y ustedes son un linaje escogido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido …» (1 Pedro 2:5.9)
Aquí vemos que en el Nuevo Testamento, Dios volvió a Su plan original que había anunciado en Éxodo 19:5-6: El entero pueblo de Dios iba a ser «sacerdotes». Lo mismo vemos en el libro de Apocalipsis donde se encuentran los tres pasajes restantes:

(Jesucristo) «nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre …» (Apocalipsis 1:6)
«…porque fuiste matado y compraste para Dios con tu sangre de toda tribu y lengua y pueblo y nación, y los hiciste reyes y sacerdotes para nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.» (Apocalipsis 5:9-10)
«Muy feliz y santo el que tiene parte en la primera resurrección; sobre éstos la segunda muerte no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.» (Apocalipsis 20:6)

Aquí también vemos que estos pasajes se refieren a todos los cristianos verdaderos. No existen cristianos que fueran «más sacerdotes» que otros. Pero todos podemos ayudarnos unos a otros a acercarnos más a Dios; y todos podemos testificar de Dios ante el mundo.

Este «sacerdocio» de todos los cristianos consiste entonces en:

– los servicios de «unos a otros» que cada cristiano puede y debe ejercer (vea esta reflexión y la siguiente),

– y el testimonio ante el mundo según Mateo 28:18-20, Marcos 16:15-18, Hechos 1:8, y otros pasajes similares.