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La autoridad en la iglesia del Nuevo Testamento – Parte 4

17/06/2019

Abuso espiritual

El abuso espiritual sucede cuando un líder religioso abusa de su posición y del nombre de Dios, para manipular u obligar a sus seguidores a hacer cosas que de otro modo no harían, y que Dios no mandó. Sucede también cuando un líder usurpa el lugar del Espíritu Santo y pretende ser «la voz de Dios» para sus seguidores, aun respecto a sus decisiones personales y privadas. – En organizaciones religiosas, el abuso espiritual a menudo provee el fondo ideológico y psicológico para facilitar otras formas de abuso, por ejemplo el abuso sexual o la explotación económica.

Aunque todas las formas de abuso son igualmente repudiables, respecto a la relación con Dios es el abuso espiritual que produce las peores consecuencias. De todo líder religioso se espera que en cierta medida refleje el carácter de Dios: justicia, misericordia, honestidad, integridad, veracidad, etc. Cuando abusa de su poder, se enseñorea y se aprovecha de los miembros, eso destruye directamente la confianza de los miembros en Dios.

A menudo el abuso espiritual se manifiesta en un afán de los líderes por controlar cada detalle de la vida privada de sus seguidores: cómo se visten, con quiénes tienen amistad, en qué deben trabajar, cómo usar su tiempo libre, etc. Para alguien que nunca vivió en un tal ambiente, es difícil imaginarse lo traumático que puede ser. Pero las víctimas de esta clase de abuso viven en un miedo constante de «estar en pecado», por no hacer caso a las instrucciones de sus líderes en algún detalle pequeño de su vida. Existen casos particularmente trágicos donde líderes abusivos destruyeron familias enteras, porque obligaron a un padre a abandonar su trabajo; obligaron a parejas de novios a separarse; prohibieron a padres tener contacto con sus hijos adultos y vice versa; etc. Y hay demasiados miembros en las congregaciones actuales, ¡que efectivamente creen que un líder tenga el derecho de hacer eso!

Falsas enseñanzas del autoritarismo

Líderes religiosos autoritarios y abusivos a menudo usan citas bíblicas para defender sus acciones. En muchas congregaciones se han extendido falsas enseñanzas y prácticas autoritarias como las siguientes:

– «No se puede criticar al pastor.»
Con eso a menudo se cita Salmo 105:15: «No toquen, dijo, a mis ungidos, ni hagan mal a mis profetas.» Vale la pena leer este versículo en su contexto. El salmo habla del pacto de Dios con Jacob (Israel) y sus descendientes. De ellos dice, antes de su liberación de Egipto: «…siendo ellos pocos hombres en número, y extranjeros en ella. Y anduvieron de gente en gente, de un reino a otro pueblo. No consintió que alguien los agraviase, y por causa de ellos castigó los reyes.» (v.12-14) Entonces los «ungidos de Dios», en este contexto, ¡son el pueblo entero de Dios! No un líder autoritorio es el «ungido», sino el pueblo humilde que anda como extranjeros «de un reino a otro pueblo». ¿Y a quiénes dice Dios «No toquen a mis ungidos»? ¡A los reyes de las otras naciones! No tenemos aquí ninguna fundamentación del autoritarismo. Al contrario, este verso es una promesa de Dios, de que Él protege aun al miembro más humilde de Su pueblo, contra los abusos que pod ían cometer los «reyes» contra él.

– «Nunca hay que hablar mal de un líder.»
Eso se suele fundamentar con las advertencias bíblicas contra los chismes y las calumnias (Salmo 15:3, Proverbios 16:28, 26:20). Líderes autoritarios enseñan que todo el que dice algo malo acerca de ellos, comete el pecado del «chisme» o de la «calumnia». Con eso evitan que las víctimas de sus abusos busquen ayuda, y que los problemas se discutan abiertamente. Quienes sufren abuso, y están bajo esta clase de enseñanza, a menudo no se atreven a hablar con nadie acerca de lo sucedido. El pecado de los líderes se mantiene en lo oculto, y así pueden seguir pecando.
La verdad es, que el decir la verdad nunca es calumnia. Las malas acciones deben reprenderse y traerse a la luz (Efesios 5:11). No hay diferencia si el que comete la acción mala es un «miembro común» o un líder. – Pablo escribe a Timoteo: «Alejandro el herrero me ha hecho mucho mal; que el Señor le dé [lo merecido] según sus actos. Cuídate tú también de él, porque fuertemente se ha opuesto a nuestras palabras.» (2 Timoteo 4:14-15). ¿Está Pablo cometiendo el pecado de «chismear» o «calumniar»? No, está dando una advertencia necesaria, para proteger a Timoteo. De manera similar, el apóstol Juan «habla mal» de Diótrefes en su tercera carta. Si una persona es un peligro para otros (por ejemplo si es un depredador sexual o un psicópata), esos otros tienen que ser advertidos.

– «Hay que obedecer al líder, aunque esté equivocado.»
Se ha intentado fundamentar esta enseñanza con la historia de David y Saúl. Cuando David vivía escondido en el desierto, en dos oportunidades podría haber matado a Saúl, pero decidió perdonarle la vida (1 Samuel capítulos 24 y 26). David dijo: «El Señor me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido del Señor, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido del Señor.» De allí dicen los líderes autoritarios que «David se sometió a Saúl, aunque Saúl estaba actuando mal; así también los cristianos tienen que someterse a sus líderes, aun en el caso de que los líderes estén equivocados.» Y también: «Nunca hay que criticar a un líder, porque eso sería extender la mano contra el ungido del Señor.»
En realidad, David no hizo caso a Saúl. Se escapó mientras estaba a su servicio. Y la segunda vez que perdonó su vida, Saúl le dijo que vuelva con él, y le prometió no hacerle ningún mal (1 Sam.26:21). Pero David no volvió con Saúl.
Además, el «extender su mano contra el ungido del Señor» significaba matar a Saúl; pero los líderes autoritarios quieren aplicar esa expresión a una mera crítica. ¡Hay una diferencia abismal entre criticiar y matar! David sí criticaba a Saúl abiertamente en varias ocasiones.
Para más detalles, vea «David contra Saúl – ¿un ejemplo de la sumisión bajo el líder?».

– «Obedeced a vuestros pastores»
Otro pasaje que se cita a menudo para fundamentar enseñanzas autoritarias, es Hebreos 13:17. En la traducción Reina-Valera (1909), este verso dice: «Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como aquellos que han de dar cuenta…»
– Esta es una traducción sesgada. Primeramente, el texto original no habla de «pastores», habla de «guías» (haegoúmenoi); la misma palabra que usa Jesús en Lucas 22:26 para enseñar que el «líder» debe ser alguien que sirve, no alguien que exige obediencia de manera autoritaria. En el mismo capítulo Hebreos 13, en el verso 7, dice además acerca de los «haegoúmenoi»: «Miren el resultado de su comportamiento, e imiten su fe/fidelidad». Se trata entonces de personas cuyo ejemplo de vida es digno de imitar. Nadie puede reclamar tal autoridad, solamente por ocupar una posición de liderazgo en una organización que lleva el nombre de «iglesia». Como mínimo, su pretensión de autoridad debe ser respaldada por el testimonio de una vida agradable al Señor.
Después, también las palabras traducidas como «obedeced» y «sujetaos», en el texto original no son las que corresponden normalmente a estas palabras españolas. «Obedecer» en griego es hypakoúo; pero en nuestro versículo se encuentra la palabra peíthomai, que significa «dejarse convencer». Y «sujetarse» en griego es hypotássomai; pero en nuestro versículo dice hypeiko, que significa «dar lugar», «ceder» (a algo o alguien), o «adaptarse» – no obligado por tener una posición inferior, sino por decisión voluntaria. En ambos casos, el original tiene entonces una palabra mucho menos fuerte de lo que la traducción da a entender. No se trata de que «tienes que sujetarse porque él es la autoridad». Mas bien se trata de «dejarse convencer» por alguien que realmente nos convence, con el ejemplo de su vida y con su madurez espiritual.